F. W. J. Shelling/ F. Hölderlin/ G. W. F. Hegel.
Proyecto.
El programa de sistema más antiguo del idealismo alemán (Hacia 1795).
Entwurf (Das álteste Systemprogramm des deutschen Idealismun). En F. Hölderlin, Werke und Briefe, ed. Cit.
(...)[1]
una ética. Dado que en el futuro toda la metafísica desemboca en la moral (de lo que Kant, con sus dos postulados prácticos, sólo ha ofrecido un ejemplo, sin haber agotado nada), esta ética no será entonces un sistema completo de todas las ideas o, lo que es lo mismo, de todos los postulados prácticos. Naturalmente, la primera idea es la concepción de sí mismo como un ser absolutamente libre. Con el ser libre, autoconciente, se incorpora también todo un mundo –surgido de la nada– la única creación verdadera y concebible a partir de la nada. –Descenderé aquí al campo de la física; la pregunta es la siguiente: ¿Cómo ha de estar formado un mundo para un ser moral? Una vez más, quiero dar alas a nuestra lenta física que a duras penas avanza con sus experimentos.
Así pues –si la filosofía da las ideas y experiencia los datos, por fin podremos entonces obtener la física a gran escala que espero de época venideras–. No parece que la física actual pueda satisfacer a un espíritu creativo, como es el nuestro o debe serlo.
De la naturaleza paso a ala obra del hombre. La idea de la humanidad por delante –quiero mostrara que no existe una Idea del Estado, puesto que el Estado es algo mecánico, lo mismo que no existe idea de una máquina. Sólo lo que es objeto de la libertad se llama idea. ¡Hemos de ir, pues, más allá del Estado! –Dado que todo Estado tiene que tratar a los hombres libres como un engranaje mecánico, y esto es lo que no debe hacer, tendrá por lo tanto que acabar. Vels por vosotros mismos que todas las ideas de la paz eterna que todas las ideas de la paz eterna, etc., sólo son aquí ideas subordinadas a una idea más elevada. Al mismo tiempo quiero formular aquí los principios para una historia de la humanidad, y desnudar todo ese mísero mecanismo humano del Estado, la constitución, el gobierno, la constitución –hasta el hueso. Las ideas proceden finalmente de un mudo moral, divinidad, inmortalidad –la subversión de toda superstición, la persecución del sacerdocio que recientemente simula la razón–, por medio de la razón misma. Absoluta libertad de todos los espíritus que llevan en sí un mundo intelectual, y que no han de buscar fuera de sí ni Dios ni inmortalidad.
Por último, la idea que todo lo unifica, la idea de belleza, entendida la palabra en su más elevado sentido platónico. Estoy convencido de que el acto más elevado de la razón, aquel en que ella abraza todas las ideas, es un acto estético, y verdad y bondad sólo está hermanadas en la belleza. El filósofo debe tener tanta fuerza estética como el poeta. Los hombres sin sentido estético son nuestros filósofos de letra imprenta. La filosofía del espíritu es una filosofía estética. Sin sentido estético no se puede ser ingenioso en nada, sin él ni siquiera puede razonarse sobre historia con ingenio. Debe hacerse aquí evidente de qué carecen al fin y al cano los hombres que no entienden e ideas –y que con bastante buena fe admiten que les resulta oscuro todo aquello que vaya más allá de tablas, índices y registros.
Por su medio alcanza la poesía mayor dignidad, vuele a ser al final lo que era al principio –maestra de la humanidad–; pues ya no hay filosofía, historia alguna, sólo la poesía sobrevivirá a todo el resto de las ciencias y las artes.
A s u vez, oímos muy a menudo que la gran masa debería tener una religión de los sentidos. No sólo la muchedumbre, sino también la filosofía necesita de ella. Monoteísmo de la razón y del corazón, politeísmo de la imaginación y del arte, ¡esto es lo que necesitamos!.
Hablaré primero de una idea que, por lo que sé, no ha visitado el sentido de ningún hombre –hemos de tener una mitología– esta mitología debe estar, empero, al servicio de las ideas, tiene que devenir mitología de la razón.
En tanto no hagamos estéticas, esto es, mitológicas, las ideas, no tendrán interés alguno para el pueblo y a la inversa: en tanto la mitología no sea razonable, deberá el filósofo avergonzarse de ella. Deben, entonces, tenderse por fin la mano ilustrados y no ilustrados, la mitología ha de devenir filosófica para hacer razonable al pueblo, y la filosofía ha de devenir mitológica para hacer sensibles a los filósofos. En ese momento reina una unidad eterna entre nosotros. Nunca más la mirada de desprecio, nunca más el ciego estremecerse del pueblo ante sus sabios y sacerdotes. Sólo entonces nos espera la formación igual de todas las fuerzas, tanto del individuo particular como de todos los individuos. Ninguna fuerza será ya reprimida, ¡reina por entonces la libertad general y la igualdad de los espíritus! –Un espíritu más elevado, enviado del cielo, debe fundar esta nueva religión; ella será la última, la mayor obra de la humanidad.
[1] Perdido. Probablemente el vacío corresponda a toda la primera mitad.
Proyecto.
El programa de sistema más antiguo del idealismo alemán (Hacia 1795).
Entwurf (Das álteste Systemprogramm des deutschen Idealismun). En F. Hölderlin, Werke und Briefe, ed. Cit.
(...)[1]
una ética. Dado que en el futuro toda la metafísica desemboca en la moral (de lo que Kant, con sus dos postulados prácticos, sólo ha ofrecido un ejemplo, sin haber agotado nada), esta ética no será entonces un sistema completo de todas las ideas o, lo que es lo mismo, de todos los postulados prácticos. Naturalmente, la primera idea es la concepción de sí mismo como un ser absolutamente libre. Con el ser libre, autoconciente, se incorpora también todo un mundo –surgido de la nada– la única creación verdadera y concebible a partir de la nada. –Descenderé aquí al campo de la física; la pregunta es la siguiente: ¿Cómo ha de estar formado un mundo para un ser moral? Una vez más, quiero dar alas a nuestra lenta física que a duras penas avanza con sus experimentos.
Así pues –si la filosofía da las ideas y experiencia los datos, por fin podremos entonces obtener la física a gran escala que espero de época venideras–. No parece que la física actual pueda satisfacer a un espíritu creativo, como es el nuestro o debe serlo.
De la naturaleza paso a ala obra del hombre. La idea de la humanidad por delante –quiero mostrara que no existe una Idea del Estado, puesto que el Estado es algo mecánico, lo mismo que no existe idea de una máquina. Sólo lo que es objeto de la libertad se llama idea. ¡Hemos de ir, pues, más allá del Estado! –Dado que todo Estado tiene que tratar a los hombres libres como un engranaje mecánico, y esto es lo que no debe hacer, tendrá por lo tanto que acabar. Vels por vosotros mismos que todas las ideas de la paz eterna que todas las ideas de la paz eterna, etc., sólo son aquí ideas subordinadas a una idea más elevada. Al mismo tiempo quiero formular aquí los principios para una historia de la humanidad, y desnudar todo ese mísero mecanismo humano del Estado, la constitución, el gobierno, la constitución –hasta el hueso. Las ideas proceden finalmente de un mudo moral, divinidad, inmortalidad –la subversión de toda superstición, la persecución del sacerdocio que recientemente simula la razón–, por medio de la razón misma. Absoluta libertad de todos los espíritus que llevan en sí un mundo intelectual, y que no han de buscar fuera de sí ni Dios ni inmortalidad.
Por último, la idea que todo lo unifica, la idea de belleza, entendida la palabra en su más elevado sentido platónico. Estoy convencido de que el acto más elevado de la razón, aquel en que ella abraza todas las ideas, es un acto estético, y verdad y bondad sólo está hermanadas en la belleza. El filósofo debe tener tanta fuerza estética como el poeta. Los hombres sin sentido estético son nuestros filósofos de letra imprenta. La filosofía del espíritu es una filosofía estética. Sin sentido estético no se puede ser ingenioso en nada, sin él ni siquiera puede razonarse sobre historia con ingenio. Debe hacerse aquí evidente de qué carecen al fin y al cano los hombres que no entienden e ideas –y que con bastante buena fe admiten que les resulta oscuro todo aquello que vaya más allá de tablas, índices y registros.
Por su medio alcanza la poesía mayor dignidad, vuele a ser al final lo que era al principio –maestra de la humanidad–; pues ya no hay filosofía, historia alguna, sólo la poesía sobrevivirá a todo el resto de las ciencias y las artes.
A s u vez, oímos muy a menudo que la gran masa debería tener una religión de los sentidos. No sólo la muchedumbre, sino también la filosofía necesita de ella. Monoteísmo de la razón y del corazón, politeísmo de la imaginación y del arte, ¡esto es lo que necesitamos!.
Hablaré primero de una idea que, por lo que sé, no ha visitado el sentido de ningún hombre –hemos de tener una mitología– esta mitología debe estar, empero, al servicio de las ideas, tiene que devenir mitología de la razón.
En tanto no hagamos estéticas, esto es, mitológicas, las ideas, no tendrán interés alguno para el pueblo y a la inversa: en tanto la mitología no sea razonable, deberá el filósofo avergonzarse de ella. Deben, entonces, tenderse por fin la mano ilustrados y no ilustrados, la mitología ha de devenir filosófica para hacer razonable al pueblo, y la filosofía ha de devenir mitológica para hacer sensibles a los filósofos. En ese momento reina una unidad eterna entre nosotros. Nunca más la mirada de desprecio, nunca más el ciego estremecerse del pueblo ante sus sabios y sacerdotes. Sólo entonces nos espera la formación igual de todas las fuerzas, tanto del individuo particular como de todos los individuos. Ninguna fuerza será ya reprimida, ¡reina por entonces la libertad general y la igualdad de los espíritus! –Un espíritu más elevado, enviado del cielo, debe fundar esta nueva religión; ella será la última, la mayor obra de la humanidad.
[1] Perdido. Probablemente el vacío corresponda a toda la primera mitad.
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